domingo, 22 de agosto de 2010

Estar enamorado hace que uno invente cosas.


Debe haber sido una tarde de la semana pasada cuando cansados de la jornada nos alejamos del salón hacia el paradero y ahí tomamos alguna micro que por andar viendo su carita no me acuerdo.
Nos miramos y el silencio tomó las riendas de la situación pero al ver una pequeña sonrisa que se dibujaba en tu cara hizo que este silencio no fuera un silencio cualquiera, sino que un silencio contento. Son en estos momentos cuando trato de entender como puede ser tan bonito, es que en serio, aún no lo entiendo. En las mañanas miro por la ventana y mientras muero de sueño despierto amando al mejor del planeta, es casi como un desayuno perfecto traído a la cama en una mañana de invierno pero más chori y con mariposas de por medio.
Forjamos las miradas y de un segundo al otro que venía corriendo, de su boca salieron tres o quizás cuatro palabras que hicieron pintar el día anaranjado.
En ese instante fuimos el cielo, las estrellas y la noche al mismo tiempo. Lo más probable es que mis ojos se pusieron lagrimosos, me pasa constantemente cuando el aire de por medio se llena de su voz, más encima hay veces que me pongo super roja porque sinceramente me gusta y harto, incluso me gusta más que los chocolates y los globos de helio. Cada día me convenzo más que soy la persona con más suerte de la tierra (incluyendo a ese loco que se ganó el quino la otra vez) y que de aquí a ex plutón no hay nadie como tú.
Por eso es que mañana te veré de lejos y aunque no te vea nítidamente sabré que eres tú y pensaré que valió la pena despertar.

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