miércoles, 27 de abril de 2016

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Y en una mochila, de las pocas cosas que tenía, metió su vida, algunas poleras y unos chicles de frutilla para el viaje. No tenía nada que perder, ya se había perdido a si misma entre las hojas del otoño aquel hace un par de años dónde los colores la llevaron a una mezcla de cal  y agua. De ires  y venires se encontró de nuevo con calcetines de colores y arena en las zapatillas, sonrisas por las nubes.  

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