miércoles, 10 de marzo de 2010

Ella misma.

¡Ella, ella la cara de botella!

Pobre cabra tenía un musturre kilométrico y aún así aludían a su "belleza" molestando a cualquier otra que se creyése bella.
De interesante su vida mucho, de conocida más que por una expresión poco.
Nadie sabía que en la escuela los cabros, más que nada en los recreos porque o si no la vieja de lenguaje los retaba, la trataban de lesa, que su primer apodo fue elefantito y que sus padres años después pagarían una operación que ella rechazaría.
Esto de volverse tan famosa en el mundo por su aspecto le parecía una gracia y más que nada se sentía como una ídola juvenil de boca en boca.

A veces la fama a algunos hace más feliz que la propia realidad.

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