miércoles, 10 de febrero de 2010

In albis

Debe haber sido su conspicua silueta o quizás la vilipendiosa situación en la que nos encontrabamos, creo no haber escuchado mucho de sus palabrás más que ripios y disculpas que no llevaban a ninguna parte, fue un simple tropiezo ocasionado por el choque frontal de sus zapatillas mientras bolsas volaban con huevos que al escaparse se quebraban de la impresión. Era un joven que casualmente nos habíamos topado en la tertulia realizada anoche a eso de las una de la madrugada luego de un pimplineo previo, entre la penumbra apenas nos reconocimos las caras pero tenía los ojos rojos (al parecer siempre los llevaba así) por lo que deducí su torpeza. Una sonrisa y va, de vuelta a mi vereda favorita entre los aromos y algunas lavandas furtivas llenaban de esporas alérgicas para unos, agradables para otros como yo.
Caminando me llevo la vida
esperando sucesos asombrosos
que algo locos se le ocurren a una
esperando nada, se pasa
el camino a casa
con las zapatillas entierradas
contando historias en la mente
desbordando los límites, claramente.

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